Palabras de Jorge Zamudio

Hay talento, solo falta apoyarlo.

¿Cuántas veces hemos escuchado esa frase en los anuncios? Vamos, todos la hemos aplicado en situaciones reales, todos hemos visto grandísimos talentos a los que no se les reconoce como tal, no tienen el alcance que deberían o simplemente son opacados por otros proyectos con «más privilegios» porque tienen más contactos o están mejor posicionados.


Este tipo de situaciones la podemos ver reflejada en todos lados, por poner un ejemplo, ¿cuántas veces hemos visto en los semáforos a atletas pidiendo dinero para pagar sus gastos de competencia, porque quienes deberían darles el apoyo, no se los dan por «falta de presupuesto»?, ¿Cuántas veces hemos visto grandes proyectos musicales nacionales encabezando festivales locales? Son nulas las veces que esto sucede; este tipo de problemáticas hacen que los talentos o proyectos pierdan el interés en seguir tratando de subir peldaños hacia el reconocimiento.

Pocas veces en la vida he sentido que encajo con la sociedad que me rodea. Con los gustos que debería tener para alguien de mi edad. Con lo que debería de estar escuchando. La mayoría de las veces mis amigos me han visto de manera extraña por los artistas que sigo, por no ser muy devoto a ciertos géneros y preferir otros. Un día cuando tenía unos 15 o 16 años, mis tíos (con quienes compartí gran parte de mi infancia y quienes probablemente son responsables en un 80% de mis gustos musicales) prendieron el radio y pusieron una estación que jamás había escuchado, sonaba música que no había oído en ninguna otra. No era clásica música ochentera, ni los hits pop de la estación del locutor de la muchedumbre, en su lugar se escuchaban riffs de guitarra, batacas duras, música mucho más enérgica, y que me hacía más sentido, acababa de descubrir algo a lo que los mismos locutores de dicha estación alternativa llamaban «La Escena Underground» o «La Escena Local».

Eran pequeños grupos, sin apoyo que decidían subir su música por su propia cuenta para darse a conocer.Poco a poco seguí escuchando a ese grupo y finalmente lo vi, un toquín de aquel grupo sin cover, claramente tenía que lanzarme.

No sabía qué esperar de aquella tocada, jamás había ido solo a un concierto y menos a uno de ese estilo. Al llegar al lugar cerca del centro vi que no había más de 50 personas, un petit comité que lo mantenía todavía más sorprendente pues tocaban en un lugar relativamente grande. La energía con la que tocaban, la vibra de la gente y el mosh pit hicieron que ese concierto sea fácilmente uno de los más memorables a los que he ido, salí más que encantado de lo que había visto y escuchado ya con los tímpanos reventados, la playera empapada de sudor ajeno y chela voladora.

Esa energía tanto de la banda en el escenario como de la banda que coreaba y headbangeaba al unísono todas las canciones me atraparon para continuar siguiendo de cerca a este tipo de bandas de «La escena».

Pero ¿a qué voy con todo esto?, ¿qué tiene que ver este movimiento underground con correr? Desde el punto de vista de un fanático más de estos grupos, me encanta la idea de que todas estas bandas tienen su propia comunidad, se apoyan unas a otras, llevan la merch de los otros, no importa a qué toquín o concierto vayas el mismo fandom está presente, en el público están las mismas caras conocidas de desconocidos, las mismas bandas entre ese público apoyando y alentando a las otras. Es gente de todas las clases sociales, la diversidad de ese público es super extenso, pero a todos los une la misma pasión por las bandas, ¿qué no les dan el espacio que deberían tener para presentarse en vivo?¿No les ves ni en las letras chiquitas de los festivales nacionales? No importa, ellos se las arreglan y crean su propio festival, tocando en patios, casas y bodegas improvisadas con tal de mantener viva esa chispa, tanto así que los he visto tocar en lo que estoy 90% seguro que era la sala de la casa de los padres de alguno de los integrantes.

¿Apoyo nacional? Han sido muy pocas las veces que he visto (y repito, lo veo desde afuera, como un fan más) que alguien les dé un espacio para expandir su público, los pequeños escenarios y foros tampoco les han abierto las puertas en todo momento, sin embargo los he visto remotamente en espacios como KEXP (una de las mayores estaciones de radio independiente de Estados Unidos, y lo que me hace pensar todavía más, cómo es posible que tienen reconocimiento en el extranjero, pero aquí es como si no existieran) quienes si les dan el espacio para crecer, ahí están en YouTube todas las sesiones que dicha estación les ha dado a bandas como El Shirota, (quienes han tocado en grandes festivales como SXSW, pero aquí ni figuran en los festivales), No Somos Marineros, (vamos, han tocado hasta en Guatemala y aquí el mayor escenario sobre el que los he visto era ante unas 100 personas), El Tormento, quienes montan un super show en el escenario y al terminar de tocar conviven y comparten tragos y anécdotas con todos los que evangélica y desmadrosamente se tomaron el tiempo de ver en vivo su degenere, y así se puede extender la lista con bandas con nombres igual de increíbles como Diles que no me maten, Sgt. Papers, The Americojones Experience entre muchas otras.

En la cultura del running nacional pasa algo similar, ¿qué hay una nueva campaña de una marca que busca encajar con los corredores amateur como nosotros? ¿Promoción para una carrera? ¿Apoyo a grupos locales? Los clubes y runners-influencers de siempre son los que lideran esas campañas, no existe esa cultura de apoyo entre clubes, existe mucho hate, muchos prejuicios, pues si no cumples con ciertos requisitos, no vistes ciertas marcas ni cumples con ciertos ritmos: estás fuera, no puedes pertenecer a ellos.

Todavía tenemos mucho que aprender de otras comunidades de corredores del mundo donde se apoyan sin importar si pertenecen a otro club de otro barrio o ciudad, hay más que aprender de otras escenas, de otros mundos, pues se trata de hacer comunidad, compartir este deporte que tanto nos gusta y al igual que estas bandas solo es hacer que el movimiento se mantenga vivo, se mantenga real, mantener viva esa escena, una contracultura que tiene mucho para ser explotada como se hace en otras partes del mundo.
 
Esto es lo que me atrapó a querer formar parte tanto presencial como escrito de este gran proyecto llamado RUNGRY, el no encajar con lo que marca el estándar del corredor pues su ideología de no ser un club si no una comunidad, compartir experiencias, echarle porras a los demás sin importar si llevan años corriendo o apenas van empezando, si lo conoces de toda la vida o si solo va pasando frente a ti, pues todos compartimos la misma pasión: Correr.

¿Qué no tienes un club pero quieres correr con más gente? Ellos (o ya podría decir nosotros) te aceptan, ¿Quieres sentirte parte de una comunidad sin estar atado a ella? Ellos lo hacen, vamos, Rungry es la contracultura del running, Rungry es salir a compartir historias con desconocidos que se vuelven amigos, Rungry es correr por amor al arte, sin importar si estás entrenando para un maratón o solo corres para distraerte, Rungry es este espacio donde cualquiera como yo puede expresar sus ideas e historias sin sentirse juzgados, Rungry es ese compa en el slam que si te caes te va a levantar para volverte a empujar y que sigas repartiendo energía.

Rungry es todo y nada a la vez, es la escena under del running.

Rungry es Rungry, no hay reglas.

Es por eso que para inspirarnos a seguir corriendo hice esta pequeña pero poderosa playlist con canciones de estas bandas de la escena local para seguir corriendo y sacudiendo el cráneo como nos gusta: libres, sin ataduras y sin reglas.

Web construida con WordPress.com.